lunes, 6 de diciembre de 2021

Practicando KINTSUGI, acrílico sobre papel

 KINTSUGI


"Las grietas y los arañazos son toda prueba de que alguien ha vivido. La belleza del kintsugi es que acepta la historia." @gunjiyuko.kintsugi

"Kintsugi es el arte japonés de juntar piezas de cerámica rotas con oro. Basado en la idea de que abrazando defectos e imperfecciones, puedes crear una obra de arte más fuerte y más hermosa. Es similar a la filosofía japonesa del wabi-sabi, que es descrito como APRECIAR LA BELLEZA QUE ES IMPERFECTA, IMPERMANENTE E INCOMPLETA EN LA NATURALEZA. Así que trata las roturas y reparaciones como parte de tu historia, en lugar de algo para disfrazar." ♥ @mindowl_org_

"Restaurar la confianza" fue la que me hizo conocer esta técnica a través de amigas que vieron la obra ♥ Claramente mi obra fue adherida entre sí con La Gotita XD que se mantiene impecable! Siempre, siempre, siempre EL AGUA VALE MAS QUE EL ORO!

PHOTOSHOP, TIC en Educación y Arte, 1er año Profesorado en Artes Visuales, ESBA Emilio Caraffa, Cosquín

Montaje de fotos e imágenes con Photoshop.

LIEBRE DEL BOSQUE (busquen al tótem liebre más abajo)


Pasionaria descargada de pngwing.com, el resto de las flores son fotos que tomé en Villa La Angostura en diciembre de 2019 ♥

LA MANZANA Y LA SERPIENTE

Atribuciones

Rama <a href="http://www.freepik.com">Designed by Nenilkime / Freepik</a>

Serpiente, no la encuentro!!!

Cáscara de manzana https://elpais.com/elpais/2019/07/16/buenavida/1563287098_437677.html

Ensamble/Ensamblaje/Assemblage, Escultura 1, 1er año Profesorado en Artes Visuales, ESBA Emilio Caraffa, Cosquín

 Ensamble.

Quise representar el diálogo que se da entre la construcción cotidiana de la vida y el reflejo que vemos sobre eso que construimos. El reflejo como la esencia propia, pura y salvaje que interpela las decisiones que vamos tomando, haciendo reflexionar sobre qué tan alineados están mente, cuerpo y alma en dicha construcción. En la composición este diálogo es tenso, se repele la mariposa en su red del reflejo del espejo, no hay completa alineación, está atrapada en la red que ella misma tejió con esmero y dedicación: es bella pero lo que alguna vez fue acorde a ella se está poniendo en discusión. Mismo el tejido se encuentra pausado, el ovillo está detrás de la horqueta de la red, es necesario analizar cómo seguir, qué destejer, qué arreglar, cómo unir lo que se construye con la propia esencia. Hay distancia pero el ambiente es acogedor, no provoca deseos de partida, provoca deseos de revisión y reconexión. Momentos de verse más sinceramente a ella misma, con calma, con cariño, con paciencia, compasión y amor. Está en la búsqueda de lo auténtico dentro de sí.

¿Qué me observó la Profe? Que la mariposa y la libélula son los únicos animales con la capacidad de transformación en sí mismos. Así que, por más atrapada que esté, sabe que puede transformarse cuando quiera. Un amor!!








Mural Escultórico, 40x60 cm, Escultura 1, 1er año del Profesorado en Artes Visuales, ESBA Emilio Caraffa, Cosquín

 


RELIEVE, MURAL ESCULTORICO.  La consigna era realizar una composición abstracta, pero en alguna vuelta del molde ví un pato y ya no pude dejar de verlo! Al final del posteo, una historia para compartir. Hermoso todo el proceso.

MODELADO EN ARCILLA


ESCAYOLA (MOLDE REALIZADO DESDE EL MODELADO DE ARCILLA, QUEDA EL NEGATIVO DE LA FIGURA)


COPIA REALIZADA EN CARTAPESTA DESDE EL MOLDE DE YESO (ESCAYOLA)
EN CRUDO
PATINADA

RELIEVE EN CEMENTO
EN CRUDO

PATINADO


Era una vez un pato que había sido criado en un gallinero. No sabemos cómo, un pato marino llegó hasta aquél lugar cuando aún era un huevo, teniendo en cuenta que aquella granja estaba alejada de la costa. Pero lo cierto, es que criado entre gallinas e instruido por gallinas, el pato estaba convencido de que era la más espantosa y desaliñada gallina del gallinero.

Sus patas membranosas y sus alas en punta estaban preparadas para nadar y volar, sin embargo él no lo sabía. Caminaba tambaleándose, provocando risas y burlas entre los pollos que lo imitaban a sus espaldas.

Así creció sintiéndose feo y distinto. Sin embargo él amaba ese gallinero, aquél era el mundo donde había sido criado; todo lo que conocía y quería estaba allí.

A veces, antes del amanecer, tenía sueños extraños. Sueños azules de agua infinita. Se soñaba a sí mismo nadando en un océano que nunca había visto fuera de sus sueños. Un océano azul. Azul en todas sus variables. Sin embargo, al abrir los ojos, se encontraba otra vez en el gallinero conocido.

Le daba vergüenza verse y hablar distinto, por eso trató de quedarse quieto y callado. Para entretenerse se puso a observar a su alrededor y así vio muchas cosas. Observó que más allá del gallinero había árboles y que en ellos vivían otros tipos de aves. Aves que no eran gallinas y armaban su propio nido.

Entonces, para poder ver mejor, movió el cuello de forma diferente y al llevar la cabeza hacia atrás se encontró con el cielo. Qué increíble alegría cuando descubrió el cielo! También era azul!

Miró tanto hacia arriba que se acalambró un poco, pero eso no era importante en comparación con su descubrimiento. El cielo era inmenso, no se veía el final, cambiaba de color según la hora del día o el clima y, además, en él había otras aves. Algunas pasaban en grandes grupos, volando lejos, formando diseños geométricos. Dibujos en movimiento.

Hubo veces en las que deseó, por un instante, irse con ellas, pero eso era algo inadmisible para una gallina que apenas revolotea a ras del suelo. Y menos aún, cuando hay un gallinero con un alambrado que separa del cielo.

El pato continuó con sus investigaciones, hizo cálculos, descifró los cambios en el viento y así pudo saber la época del año en que pasaban las aves migratorias. Las esperaba secretamente.

Un día, repasando todos los lugares conocidos del gallinero, vio la puerta. ¿Cómo no la había visto antes? A la noche, cuando las gallinas dormían de pie en sus palos, como era su costumbre, el pato se acercó a la puerta. Simplemente la empujó un poco y la puerta se abrió. Tímidamente salió, caminó unos pasos y, luego, volvió corriendo adentro del gallinero. Era lo mejor ¿no? Nadie podía saber la cantidad de peligros que habría allá afuera, ni qué dirían las gallinas si se enterasen de que había salido. Pero, ahora, sabía que podía salir.

Pasó el verano, los árboles comenzaron a ponerse dorados. Las hormigas trabajaban incansablemente acopiando comida para el futuro invierno. Era el momento justo.

Una mañana, muy temprano, el pato se despertó. Por el cielo pasaba la bandada. Sin dudarlo, fue hasta la puerta, la empujó, y ante el asombro de las gallinas, salió. Al principio le costó subir, tenía las alas atascadas por falta de uso, pero su verdadera naturaleza guió sus movimientos. Agitando las alas rápidamente fue ganando altura, cada vez más alto, hasta alcanzar la bandada. Entonces se incorporó al grupo y partió feliz rumbo a la costa en busca del mar.

El sueño del pato extraído del libro Cuentan las Estrellas. Publicado por Fundación Williams, 2021.